Paula Gutiérrez E. • Icono de la arquitectura de interiores en Chile “Mi estilo, siendo moderno, permanece en el tiempo”

Paula Gutiérrez derrocha estilo. Su oficina, en el tercer piso de un edificio de los años treinta en el barrio El Bosque, habla por ella misma. Es elegante y al mismo tiempo sobria. El gran ventanal ilumina con perfección cada detalle. La mesa, robusta y contundente, alberga todo tipo de objetos necesarios para el desarrollo de su oficio. A sus espaldas, muchos libros de arquitectura y diseño dan fe de que cada proyecto que emprende es fruto de un trabajo sesudo, riguroso, metódico.

¿Cómo una arquitecta se convierte en decoradora de interiores? Una de mis primeras prácticas profesionales fue en oficinas de arquitectura donde las terminaciones eran un asunto relevante. Ahí desarrollé el gusto por los detalles y eso me llevó a aprender y experimentar. Luego, como arquitecta, uno de los proyectos importantes que dirigió mi trabajo hacia el diseño de interiores fue la participación en el equipo de interiorismo del hotel Hyatt, del que al poco tiempo me hice cargo. En ese momento, me di cuenta que había un mundo por explorar en diseño de interiores, y que en Chile no estaba desarrollado aún. ¿Fue necesario perfeccionarse específicamente en decoración? Por supuesto. Eso es algo que sigo haciendo. Estudio cada noche para aprender cómo lograr mejores resultados. Mantenerse vigente es un trabajo continuo y, en lo personal, me implica viajar varias veces al año a ciudades como Brasil, París, Londres y Nueva York; las grandes capitales que concentran la información de las principales tendencias en decoración a nivel mundial. El mercado, ¿exige tanto? El mercado para el que yo trabajo sí. La decoración bien hecha, de buen nivel, es compleja. Es una receta de cocina sofisticada, porque implica saber de colorido, texturas, materiales, estilos, papeles, iluminación y composición de géneros. Por eso, el decorador realmente profesional es escaso y contrasta con aquellos que sólo trabajan para armar ambientes simpáticos, y que proponen modelos estándares de diseño de interior. Algunos tienen un modelo pre-armado para hoteles, oficinas y casas, pero en nuestra oficina no. Cada proyecto exige una creación única, porque es un ambiente único, y nos abocamos a buscar el mejor resultado. ¿Su opinión en este aspecto es crítica frente a lo que tradicionalmente se ofrece en el mercado? Mi postura frente a la decoración es crítica. Cuando un cliente contrata los servicios de nuestra oficina -sea el dueño de una casa, departamento, una oficina o un hotel- quiere una asesoría de verdad, profesional, que piense los espacios de manera integral y los proyecte en el tiempo. Nos preocupamos desde el colorido de alfombras y muebles hasta los tipos de revestimientos, las texturas de cortinajes y tapices, y por supuesto proponemos los muebles, entre otros detalles. ¿Cómo definiría su estilo de interiorismo? En primer lugar, no me guío por modas. En segundo, tengo un estilo que, siendo moderno, tiene una base que permanece en el tiempo, que es perdurable. Otra característica del trabajo de mi oficina es que asesoramos al cliente para que invierta en detalles de calidad. Por ejemplo, con un millón de pesos preferimos comprar un objeto valioso y no diez, porque probablemente esos diez adornos en 1 ó 2 años se verán feos, mientras que el otro perdurará gracias a su valor intrínseco. ¿Qué conceptos priman en su trabajo en sus distintos proyectos? Depende del encargo. Una casa, un hotel, una oficina, no pueden tratarse de la misma manera. Lo que si entregamos en cada proyecto es calidad y permanencia. Lo desechable degrada la estética. ¿Cómo ha evolucionado la decoración en el ámbito residencial? El interiorismo completo se da en viviendas de alta calidad, ya que implica un trabajo prolijo y un nivel de inversión en terminaciones. Independientemente de eso, todo el mundo puede aspirar a vivir con estética, y para eso existen bastantes posibilidades de distintos valores, como intervenir ciertas áreas puntuales, iluminar bien, etc. Para parejas jóvenes hay soluciones que van desde comprar en una gran tienda o ir a las ferias de las pulgas que existen en distintos lugares y encontrar un mueble para restaurar. En grandes oficinas, hoteles y restaurantes, ¿cuánto importa la decoración? Creo que hay que dejar fuera el concepto “decoración” y entender el espacio interior como un total, por eso es más correcto hablar de interiorismo. Respondiendo a la pregunta, el interiorismo importa tanto como la arquitectura. En un edificio de oficinas o en un hotel la arquitectura entrega la base, lo que es fundamental para el buen resultado posterior, que tiene que ver con el espacio interior, con la personalidad de cada empresa, hotel o lugar público, y la forma en cómo se va a entender y usar ese espacio. De los proyectos que ha liderado, ¿cuáles destacaría? Tengo cariño a muchos de mis proyectos, porque mi oficina hace un trabajo que es sobre todo personalizado. Pero, sin duda, un gran desafío profesional fue la ambientación del Observatorio Astronómico Paranal, donde el desafío era crear espacios para las distintas instalaciones que utilizarían los astrónomos; Casa Viña Los Vascos, donde además del interiorismo tuvimos a cargo la arquitectura, para el desarrollo de una casa colonial en el Valle de Colchagua que en su interior tenía un estilo marcadamente europeo; Hotel Casa Higueras, en Valparaíso, de gran belleza y estilo; y a nivel particular la casa de unos amigos en San Juan de Puerto Rico, en primera fila al mar, con muebles y detalles comprados en Nueva York. En fin, hay muchos otros difíciles de enumerar, porque las casas tienen un grato muy personal que hace que me encariñe con las familias y el proyecto.