Este acento en sus obras ¿Puede aplicarse a todo tipo de proyectos?
C. Hagemann: Hasta ahora sí. Llevamos adelante proyectos residenciales e industriales y en ellos ponemos a prueba ideas que nos parecen interesantes, como priorizar y optimizar espacios interiores y exteriores en función de cada contexto.

N. Valdés: Hemos tenido la posibilidad de adjudicarnos proyectos en lugares como la Patagonia, donde el principio que nos ha guiado es -más que generar un lugar de trabajo- desarrollar espacios con valor agregado, como por ejemplo a través de la luz y las vistas; algo bastante atípico en la arquitectura industrial.

D House, en Matanzas, se encuentra emplazada en lo alto de un acantilado, aproximadamente a 65 metros sobre el nivel del mar

¿El “dónde” se ubica un proyecto define su arquitectura?
N. Valdés: En gran medida sí. La geografía y el paisaje guían nuestro quehacer; así como también la ciudad, si nos toca trabajar en zonas urbanas. El “input” que entregan los lugares donde se construye es determinante. Por eso, hacemos un análisis de la información que da el entorno y, luego, definimos qué modelo o concepto arquitectónico lo alberga y acoge mejor. Ello se acompaña de un programa de trabajo alineado para cumplir con los objetivos del cliente, en plazos y presupuesto.

El programa de D House se ordena de manera simple: en el primer piso un espacio único para el living, comedor y cocina, y en la parte trasera el área de dormitorio y las escaleras al segundo piso. Luego, hacia un lado y hacia el norte, la terraza parcialmente cerrada. Finalmente, en el volumen diagonal o segundo piso, la habitación y el baño

C. Hagemann: Movidos por esa lógica hicimos una planta industrial en la Patagonia revestida completamente de vidrio, que gracias a sus reflejos se integra al entorno de bosques. En tanto, en Panguipulli, donde estamos trabajando en un proyecto de casas de veraneo, la integración es importante para el cliente por lo que las cubiertas verdes pasan a ser parte del paisaje.

¿Cómo reciben los clientes esa propuesta?
N. Valdés: Siempre han sido muy abiertos. Eso sí, es importante ser claro en cómo mostrar esa información, de modo que el cliente también haga suyas nuestras ideas. Trabajamos maquetas y esquemas gráficos, traduciendo la información tridimensional que tenemos, transformándola en un formato bidimensional que sea comprensible. Así, más que guiarnos por un estilo determinado, pensamos cada obra desde cero a la medida, determinando lo más posible de acuerdo a la naturaleza del proyecto. Por ejemplo, si vamos a trabajar con muros de hormigón o de ladrillo, nos interesa más que cómo los vamos a armar, que tengan un sentido específico para esa obra.

¿Trabajan con una mirada de largo plazo?
C. Hagemann: Así es. Queremos que veinte años después los clientes sientan que el proyecto cumplió con sus necesidades o proyecciones y fue eficiente en su operación, lo que está muy vinculado a definir criterios acertados en métodos constructivos eficientes, aspecto que los clientes ya piden. Hay materiales más adecuados que otros y en un país con riquezas forestales ojalá muchas obras que se construyeran fueran íntegramente en madera. El hormigón también es un material muy plástico, que nos gusta mucho; al igual que el acero. Todo depende del proyecto; eso lo define.