¿Cuál es la misión del Colegio de Arquitectos de Chile?
Posicionar el papel de los arquitectos en los problemas que afectan la vida urbana puesto que este tema está siendo manejado por los expertos en tránsito, ya que todas las obras relevantes que se están realizando son intervenciones viales. Una ciudad, obviamente, es mucho más que un tema vial por lo que el Colegio tiene el deber de transformarse en un referente válido para opinar sobre el estilo de las ciudades, más aún cuando el Estado no ha entendido del todo que las obras públicas afectan la vida de los ciudadanos. Una carretera, por ejemplo, es muy eficiente desde el punto de permitir el desplazamiento de la población pero, a la vez, es ineficiente en lo que concierne a la inserción de las personas en la ciudad. Es así como la nueva costanera norte será excelente para facilitar el desplazamiento vial de todo el eje oriente-poniente de Santiago, pero generará externalidad. Es decir, estamos frente a obras que causan impacto y que quiebran la geografía de la superficie.

¿Cómo afecta ese tema?
Se pierde identidad y pertenencia con el territorio, lo cual potencia el individualismo y así las ciudades se vuelven invivibles. El principal problema de nuestras urbes es que permitieron la invasión de los automóviles y las calles dejaron de ser la extensión de la vivienda. La actual tendencia mundial apunta a la reconquista de los espacios públicos que propiciará que las personas vuelvan a elegir vivir cerca de los lugares de trabajo en vez de arrancar hacia la periferia y generar los desplazamientos que acentúan los problemas de tránsito. En este sentido, diría que hemos tenido la típica respuesta técnica de país subdesarrollado frente a los problemas que se buscan resolver, es decir, solucionar una determinada dificultad sin evaluar que esa solución generará nuevos problemas. El Estado se ha preocupado de resolver los problemas de tránsito pero no los que conciernen a la calidad de vida de las ciudades.

¿Qué parámetros determinan vanguardia e innovación arquitectónica?
Cuesta mucho ser innovador porque nadie quiere correr riesgos, pues esa diferenciación casi nunca es bien recibida. La innovación implica ir más allá de las peticiones del proyecto, porque esto sólo entrega una guía de lo que se necesita sin abordar las aspiraciones ni la responsabilidad histórica-cultural de la obra como parte del sistema urbano.

¿Hacia dónde está orientada la construcción en Chile?
Aquí se construye lo que se vende. Los corredores de propiedades siempre encargan proyectos que sean vendibles y, claramente, no se dan cuenta que lo que se vende forma parte de la historia y, por consecuencia, no tendrá cómo diferenciarse ni marcar vanguardia. Cuando se repiten los diseños no se proyecta el futuro y se copian modelos comercialmente exitosos, lo que se debe, casi exclusivamente, a la falta de audacia y valentía. Además, sucede a menudo que la mayoría de los encargos de diseño de viviendas buscan parecerse a otra casa, careciendo de identidad personal.

¿Cuánto cuesta ganar credibilidad si se busca vanguardia?
Ser considerado vanguardista, es algo difícil porque uno es castigado con la indiferencia y con la dificultad para obtener proyectos. Me costó muchos años partir con las primeras obras y luego me ha significado una lucha permanente hasta el día de hoy. Siempre les comento a mis alumnos que el arquitecto debe tener mentalidad de maratonista, para correr carreras de fondo. Eso implica ser muy perseverante pero, al mismo tiempo, tener la resistencia para aguantar esa perseverancia. A veces se puede ser constante pero no poseer la resistencia indispensable para sobrellevar las dificultades de un camino que apuesta por innovación permanente y diferenciación. Hay que quitarle la connotación de ‘extraño’ a la vanguardia, pues ésta es sinónimo de ir adelante, lo que implica no temer a priori. La arquitectura de vanguardia de hoy es tremendamente sencilla y, además, de bajísimo costo. Lo cierto es que la vanguardia debe asociarse a lo nuevo, no a lo extraño.

¿Qué influencia sigue la arquitectura nacional hoy día?
Tenemos bastante influencia española y portuguesa. Lo cierto es que la incorporación de alta tecnología en la arquitectura de países desarrollados hace inalcanzable los costos de ellos, por lo que Chile tiene fuera de su alcance la incorporación de las tendencias arquitectónicas de la mayoría de los referentes norteamericanos y europeos. Para poder avanzar en innovación en Chile hay que buscar un camino propio que pueda hacerse con nuestros recursos y no pretender hacer lo que hacen los países ricos. Por eso, soy enfático al decir que riqueza no es sinónimo de buena arquitectura, sino que ésta es sinónimo de sensibilidad.