¿Esta Bienal estará más cerca de la gente?
Esperamos que sí. Creemos que es la instancia propicia para que los arquitectos como gremio y la sociedad se encuentren y conversen. Los arquitectos hemos sido un tanto crípticos, hablamos un idioma que no siempre se entiende y eso ha dificultado que la sociedad entienda cuál es el rol que tenemos, porque muchas veces se nos asignan responsabilidades que en realidad corresponden a los gestores inmobiliarios o a los legisladores.

¿Cómo será esta Bienal?
Nos propusimos que fuera más amable e interesante para el público y por eso la llamamos “Ciudades para ciudadanos”. En torno a ese lema hemos hecho varias acciones. Por ejemplo, invitamos a las universidades a que en lugar de mostrar sólo proyectos de arquitectura, hicieran una instalación más libre y abstracta, en la que manifestaran su postura respecto a la enseñanza de la arquitectura o su visión respecto a la profesión de arquitecto.

Asimismo, habrá una exposición de las obras de arquitectura que se han hecho en los últimos dos años por los arquitectos colegiados. Se recibieron 240 y por primera vez en la historia las vamos a exponer todas, porque antes había una selección. Un jurado premiaba 20, y el resto se mostraba en formato muy pequeño, mientras que ahora se expondrán todas y se destacarán 24. Este año la selección de las obras destacadas se hará no sólo en atención a que sean buenas, sino también porque estén relacionadas con el espacio público, la vivienda colectiva, los edificios de uso público como colegios y los jardines infantiles, entre otros.

¿Realzarán la importancia de la participación ciudadana en el hacer ciudad?
Esperamos colaborar con ese propósito y ser un aporte. Tengo la convicción que si no cambia el paradigma y la estructura mental de las autoridades y de la propia ciudadanía en cuanto a cómo se discute la ciudad y cómo se toman las decisiones, los problemas que tenemos hoy empeorarán. Sobre todo, en esta Bienal nos importa crear conciencia entre los estudiantes de arquitectura sobre cómo proyectar el futuro urbanístico del país.

¿Es necesario reenfocar las políticas de desarrollo urbano?
Es necesario cambiar el esquema mental de la sociedad, que es en gran parte filosófico. Hemos defendido o aceptado una filosofía económica que curiosamente es muy contraria a la planificación. Planificación significa control y la filosofía económica liberal choca de frente con la noción de mayores controles. Entonces nos encontramos con un problema de fondo: antes de hablar de planificación, tenemos que ponernos de acuerdo en cuáles son los límites que le ponemos al modelo económico para que se desarrolle, porque junto con el deseo de crecer, debemos plantearnos qué precio queremos pagar a largo plazo, ya que una cosa es enriquecernos, todos, pero con el riesgo que nuestro entorno se deteriore tanto, que luego será imposible mejorarlo.

¿Cuáles son las principales carencias de una ciudad como Santiago?
Falta un poco de todo y eso siempre es así, en cualquier ciudad del mundo. Se han hecho grandes esfuerzos por mejorar la vialidad y el transporte público en Santiago y también han aumentado las áreas verdes, sin embargo los grandes problemas son más bien abstractos. Uno de ellos es la segregación social-espacial de la capital, que es mucho más perniciosa que las falencias en vialidad y transporte. Últimamente se está hablando de la necesidad de mejorar las condiciones de la vivienda social que se construyó en la periferia, porque coinciden en que lo que se construyó en los últimos 20 años le ha hecho un daño a la sociedad en su conjunto.

Siguiendo con los temas pendientes, luego de la segregación está vialidad y transporte público, y más que áreas verdes, es fundamental el rescate del espacio público, que es más que parques y plazas, sino más bien veredas. Debemos generar una cultura de andar por la calle, de caminar. Ocurre que la liberalidad de la planificación urbana ha permitido un número absurdo de malls dentro de la ciudad, que son estructuras herméticas con respecto a la ciudad, considerando que una ciudad como la nuestra lo que necesita es potenciar el comercio que está en la calle, para fomentar una cultura cívica y lograr con eso que volvamos a querer nuestros barrios.

¿Qué importancia reviste el tema ético y valórico del trabajo de los arquitectos?
Es un tema que se debe revisar constantemente, pero es fundamental tener en cuenta que la construcción de ciudades no está sólo en manos de los arquitectos. Son cuatro los actores involucrados: el inversionista, el legislador, el arquitecto y el ciudadano. Se nos olvida que los ciudadanos tienen un rol relevante. Para que puedan ejercerlo es necesario darle herramientas y abrirle caminos a las personas, y en eso el Estado es responsable, porque es quien debe permitir o incluso promover que el ciudadano se involucre. Eso puede parecernos extraño en Chile, pero en países de Europa y en Estados Unidos es ley. Allí todo se discute y se conviene, porque se busca que todo el mundo esté informado y de acuerdo con lo que se hará en su ciudad.