En desafío importante que tienen actualmente las grandes ciudades de nuestro país, es conjugar en forma equilibrada su crecimiento económico y desarrollo urbano, potenciando con una mirada de conjunto la relación de las nuevas edificaciones con el patrimonio; entendiendo todos los actores del mundo inmobiliario que su "obra" se suma a un contexto y no actúa por si sola, estando aquí la gran plusvalía de un lugar en el tiempo.
Cuidando la identidad de la ciudad
Leon Sedaca señala que "la identidad e imagen ambiental de una ciudad la conforma la interacción entre las edificaciones y los espacios públicos que ellas conforman; en donde la postura frente al patrimonio -cuyo valor histórico, socioeconómico, arquitectónico, urbano y cultural constituyen la memoria de una ciudad-, es de suma importancia al momento de planificar su diseño urbano".
Bajo esta misma mirada, el arquitecto y el equipo de especialistas interdisciplinarios de APREZIA afirman que uno de los principales problemas de nuestras ciudades radica en su armado y no mayormente en la arquitectura, siendo la valoración del patrimonio una tarea difícil de entender para el inversionista y aún más para el ciudadano común, no sólo desde un punto de vista cualitativo sino también cuantitativo.
Hoy día cabe preguntarse bajo qué metodología se determinan los precios de las obras patrimoniales, porque si ya son un bien especializado por sus propias características, convirtiéndose en un bien único e irremplazable, a su valor de mercado debería aplicarse un coeficiente o factor que aumente o disminuya finalmente su precio, según una pauta de evaluación que permita valorar fielmente el capital intangible que posee, constituido por diversos parámetros de índole cultural y sociológico, determinando así finalmente el valor patrimonial cultural de la obra. Por lo tanto, debiera haber mayor flexibilidad para incentivar la inversión en obras de carácter patrimonial, de interés arquitectónico o la actuación en zonas típicas de la ciudad, porque en muchos casos el uso original del bien está obsoleto de acuerdo a los tiempos que se viven y lo que vale la pena es conservar la forma, que es parte de un conjunto que en sí posee todo el valor (a veces puede ser sólo una fachada - dualidad de tipología y morfología), constituyendo muchas veces la memoria de un barrio y/o ciudad.
Renovación urbana
El arquitecto León Sedaca comenta que al recorrer nuestra capital nos encontramos con buenos y malos ejemplos de renovación urbana en que se haya valorado con marcado acento el concepto de conjunto en el tratamiento del patrimonio. Un buen ejercicio a destacar es el trabajo que se está desarrollando desde hace unos años en el Barrio Lastarria, que conjuga armónicamente distintas tipologías y formas de diversas épocas, primando el conjunto sobre la obra individual, respetando el pasado y potenciando el espacio público como principal actor del lugar, que sumado a la buena accesibilidad, conectividad y centralidad dan gran plusvalía a esta parte de la ciudad.
Por el contrario, la situación del sector de la Plaza Perú en el Barrio El Golf es la cara opuesta al caso descrito, difícil de revertir y en donde una edificación contemporánea de gran volumen se olvida totalmente de su entorno, rompiendo la escala del lugar y afectando directamente a otra edificación -Edificio Manantiales-; cuya forma y lenguaje arquitectónico representan un patrimonio de nuestra época y de esa zona de la ciudad.
"Estos ejemplos no sólo se dan en Santiago, también comúnmente en las regiones, porque mientras el desarrollo de la ciudad y, en particular, la renovación urbana no estén en la primera línea de quienes toman las decisiones de gobierno y de las preocupaciones de los ciudadanos, seguiremos dejando que sólo el libre mercado regule el crecimiento de la ciudad, no entendiendo que la cultura inmobiliaria que suma pasado, presente y futuro es un atributo de alta calidad para las ciudades", concluye Sedaca.
