La crisis asiática y los desastres que ocurrieron simultáneamente en el mundo, como la caída de las Torres Gemelas, el derrumbe del Nasdaq y la guerra en el Medio Oriente, llevaron a la industria tecnológica a una fuerte recesión entre los años 2001 y 2004, que la contrajo casi un 40% en relación al peak que experimentó a principios de la década.

Afortunadamente, desde principios del 2005 comenzamos a percibir el retorno del crecimiento y la inversión, debido principalmente a la baja en el precio promedio de las tecnologías, lo que ayudó a masificar su uso y disponibilidad tanto entre las empresas como entre las personas.

Aún así, se ha notado permanentemente en los últimos 10 años que los niveles de inversión no han llegado a igualar a los de países desarrollados: seguimos con tasas en torno al 1,3% del producto, y esta parece ser la tendencia que marcará el próximo decenio. Para evitar esta situación, es necesario generar acciones concretas -tanto desde el mundo privado como del Gobierno- para que esa cifra se eleve al 3,5%, que es lo que nuestro país requiere para desarrollarse adecuadamente y generar impacto en la productividad y competitividad de las empresas, asegurando así el despegue del crecimiento económico.

¿Qué vemos para futuro? Aún hay un gran espacio para que la industria de las tecnologías de información en Chile se desarrollen, no sólo en productos de hardware, sino también en el desarrollo de software, modelos de negocios, sistemas de gestión para el manejo de las empresas y servicios aplicados también en las áreas de educación, salud y gobierno digital.

En función de ello, en un mediano plazo buscamos generar las instancias para motivar la inversión y llegar a tasas por sobre el 2%; y a largo plazo, cubrir el déficit de US$ 2 mil millones de inversión anual que hace falta para sustentar los recientes anuncios del Ministro de Hacienda respecto a la modernización del Estado y crecimiento permanente, puesto que para volver a crecer a un 7% es fun-damental invertir más recursos en tecnologías y armar a las empresas para competir en un mercado de política abierta como lo ha definido Chile.

La industria TIC es transversal al mercado productivo, servicios y gobierno, y juega un rol fundamental en la sociedad: impulsar el crecimiento del país a través de la innovación. Este es el camino mediante el cual Chile podrá convertirse en una nación desarrollada, vía que ya han elegido las principales economías del mundo.

Con ese norte, la Agenda Digital e Innovación 2.0, continuación del plan de vuelo lanzado en 2004, busca seguir introduciendo la tecnología en todos los ámbitos de la vida de los chilenos. Para ello, hemos planteado ocho acciones fundamentales: Gobierno electrónico o e-government; Apoyo a la innovación tecnológica e Investigación y Desarrollo (I+D+i); Despegue de la industria TIC; Uso de las tecnologías en la reforma de la educación; Impulsar la agenda legislativa para promover Chile Compite y otros relacionados; Interoperatividad en el sector de la salud; inclusión digital, masificación del acceso y la conectividad; Desarrollo TIC de las empresas para aumento de productividad y competitividad.

El próximo lanzamiento de la Agenda Digital e Innovación 2.0 debería marcar un fuerte impulso para la adopción de TI en el país, y para la inversión en investigación y desarrollo en las empresas. Este desafío, que hemos encarado conjuntamente Estado y empresa privada, es clave para lle-var a Chile a ser un país mejor y final-mente desarrollado en una fecha concreta, que para todos los efectos ACTI ha propuesto que sea el 2020.