TELEEDUCACIÓN Un beneficio ambiguo de la conectividad en pandemia Por Claudio Torres, Regional Manager de D-Link. Mucho hablamos de la importancia de la conectividad para mantener la operación diaria -bien a nivel macro o a pequeña escala-, por ejemplo, en la educación. Profesores y familias en Chile hacen un gran esfuerzo para que nuestros hijos continúen sus aprendizajes pero, una vez más, esto ha significado un aumento en las brechas sociales que muchos demandan hace un tiempo. ¿Nos habíamos dado cuenta? El acceso a la educación en Chile es un derecho y el acceso a Internet que hoy permite esa educación, también lo es, aunque la realidad es muy diferente.
Hablar de teleeducación, más allá de haberse convertido hoy más que nunca en una modalidad de capacitación para el futuro, deja al descubierto las falencias que se evidencian como resultado de esta “nueva normalidad” a la que estamos siendo llevados. En este último tiempo, queda claro que Internet también es un signo de fuertes desigualdades y que, al menos en nuestro país, muchos lugares no cuentan ni siquiera con este servicio por no cumplir con la demanda mínima.
Los datos hablan por sí solos. Según McKinsey&Company, hoy en el mundo hay más de 200.000 millones de dispositivos conectados, más de 360 millones de compradores online, millones de usuarios en redes sociales y, aparte, cada día se generan ocho veces más datos nuevos que los disponibles en todas las bibliotecas de Estados Unidos. Hasta ese punto, todo parece ir de maravilla, pero frente a ese escenario mundial, encontrarnos con personas aisladas, sin acceso a conectividad en medio de una crisis humanitaria, sin duda es un problema que necesita ser atendido de forma inmediata; basta mirar las largas filas de personas de menos recursos que se exponen a la pandemia para hacer trámites que le son urgentes, que muchos otros hacen desde la comodidad de sus casas.
La teleeducación no escapa de esta realidad y se ha convertido en piedra angular para el avance de las sociedades frente a la contingencia como modalidad de aprendizaje, por lo que todos deberíamos considerarla no solo como método de supervivencia, sino como el “estado ideal” por el que todos debemos trabajar. En este sentido, cada paso para evolucionar la tecnología que nos permita seguir conectados, a gran velocidad y el tiempo que sea necesario, resulta importante. Hace unos días se lanzó la licitación para el desarrollo de la red 5G, tecnología que permitirá velocidades 10 veces más rápidas que el 4G y, particularmente en Chile, dar pasos agigantados en la evolución de sectores determinantes para el desarrollo del país: La educación es uno de ellos.
Proveer el acceso a la conectividad que haga posible la teleeducación, va de la mano con educar en cuanto al uso de la Internet y volverlo un hábito, sobre todo para quienes no están familiarizados con su manejo. En el contexto actual, la tecnología nos está permitiendo conocer de cerca los beneficios de superar las barreras que hasta hace poco nadie consideraba tan seriamente, y la teleeducación pasó de ser un privilegio para algunos a convertirse en una necesidad para la evolución. Si queremos comenzar a cambiar el mundo, debemos considerar a todos quienes necesiten herramientas para su desarrollo. |