Para lograr esa sustentabilidad se requiere de una constante innovación en pos de generar mayores niveles de eficiencia, y es en este plano donde hay mucho camino por recorrer si observamos el rezago de las Pymes nacionales en materia de digitalización.

Hoy, tanto en Chile como en el mundo, son cada vez más los procesos que se realizan de manera digital. Aspectos como la seguridad y la velocidad de adopción de las tecnologías, así como el manejo de información en volúmenes crecientes, emergen como algunos de los muchos desafíos que impone la transformación digital. Junto con ello, la disminución de los procesos en papel asoma como uno de los retos que tanto el Gobierno como los clientes corporativos comienzan a encarar con mayor fuerza, en pos de simplificar los procesos y disminuir el impacto medioambiental.

El grado de avance es dispar entre las grandes empresas y las Pymes. Mientras las primeras ya llevan un camino recorrido en la transformación digital, en el mundo de las Pymes este desarrollo es aún incipiente. Según datos del Gobierno, el 95% de las empresas en Chile usa Internet solo para enviar o recibir correos electrónicos, mientras que el 78% cree que por su tamaño no es necesario digitalizarse (Caracterización del uso de Internet en los emprendedores chilenos, Gobierno de Chile 2019)1.

Por otro lado, la Cámara de Comercio de Santiago y PMG Business Improvement, consultora de negocios especializada en mercados industriales y de servicios, presentaron el Índice de Transformación Digital para empresas 2018 en Chile2, que categorizó a las empresas en 5 segmentos (desde Analógico a Líder Digital) y de cuyos resultados se desprende que casi dos tercios de las Pymes chilenas se encuentran en el estatus de “Principiante digital” y “Analógico”, mientras que el 3,2% las empresas han alcanzado el nivel superior de evolución, casos que, si bien son excepcionales, no dejan de demostrar que sí es posible recorrer todo el camino de la transformación digital.

La recientemente cancelada COP25 en Chile, que sin embargo está próxima a realizarse en Madrid, no hará sino aumentar el foco en generar políticas que reduzcan el impacto medioambiental.

En este contexto “Chile quiere dejar institucionalizado en la ley la carbononeutralidad para 2050”, según el gobierno de Chile, “uno de los cinco países del mundo” que se ha marcado este ambicioso objetivo.

Para alcanzar esa meta es que se han generado acciones concretas que han impactado en cómo los clientes generan valor a su negocio. Se vio este año en la ley que limitó y finalmente prohibió la entrega de bolsas plásticas; otro ejemplo impuesto es el mandato cero papel, el cual indica que las instituciones deben modernizar sus plataformas y eliminar la circulación del papel en un 100% dentro de cada recinto público. Sin embargo, también hay ejemplos que no son iniciativas gubernamentales, como se puede observar en las boletas electrónicas enviadas por correo electrónico y que evitan la utilización de papel en cantidades importantes. Un dato: la impresión de los estados de cuenta bancarias representan al año cerca de 34.000 árboles, y su impacto es muy similar al que provocan más de 2.000 autos.

Es por todo lo anterior, que los clientes deben tener un dinamismo en sus procesos y el apoyo de proveedores comprometidos con la transformación digital, para poder adaptarse rápidamente a este y a los cambios que están por venir.

El principal desafío para las empresas es reducir la distancia entre el front y back office y lograr que la velocidad de transformación esté alineada en ambas direcciones. Para ello, algunas compañías cuentan con un arreglo de soluciones y especialistas, que permiten impulsar a clientes y distribuidores a pasar desde el segmento analógico hasta una posición de liderazgo digital. El mercado cuenta con aplicaciones de negocios de captura y distribución con reconocimiento de formularios, lo que potencia de manera inteligente la captura de documentos, los procesa, los direcciona y ayuda a las empresas a mantener la eficiencia mientras fortalecen sus resultados.

Entonces, ¿Por qué razón un modelo de negocio que cobra por hoja impresa querría ayudar a sus clientes a imprimir menos? La industria necesita sintonizar con los clientes, y entre los clientes se ha instalado una cultura de mayor cuidado con el medioambiente. Esto nos obliga a ser lo suficientemente dinámicos para adaptarnos a los cambios que el mundo nos exige.