Con el paso del tiempo, muchos ya hemos tenido que contestar a algún cliente del segmento Hogar o SoHo la pregunta “¿para qué sirve un router (o enrutador) si ya tengo un módem?”.

Como sabemos, desde hace al menos una veintena de años, el módem se volvió un commodity en el ambiente doméstico; todos lo tienen, pero pocos saben cómo funciona. Lo cierto es que, en comparación a un router, las funciones de un módem son básicas: tan solo se encarga de recibir la señal -por cobre o fibra óptica- que llega del proveedor de telefonía e Internet, y luego la modula y demodula. En otras palabras, el módem interpreta la señal que le llega y se encarga de distribuirla en un rango de distancia -de alrededor de entre 15 a 20 metros-, la que varía según la marca y modelos.

De hecho, los antiguos módems iban desde 9,6 kbps hasta 56,6 kbps -velocidades que hoy nos despiertan una inevitable sonrisa melancólica- y quizá los lectores más jóvenes no lo recuerden, pero los “Baby Boomers” y los de la Generación X sabemos bien que, en otra época, si uno accedía a Internet no se podía hablar por teléfono al mismo tiempo.

Esto se debía a que el acceso era por medio de la línea telefó- nica y al estar conectados directamente a esta, los módems de ese entonces utilizaban la misma frecuencia que el teléfono, haciendo imposible llamar y navegar a la vez.

En resumen, un módem es un dispositivo muy básico, con unas funciones elementales que cumple muy bien, pero sin duda, podríamos catalogarlo como un dispositivo “tonto”, que solo recibe y repite, como lo haría un loro entrenado.

El problema surge cuando se quiere conectar varios equipos mediante la señal que emite un mismo módem, porque este es incapaz de gestionar una red de computadoras y/o dispositivos.

Los routers tienen la capacidad de conectar entre sí redes, además de que se aseguran de que los paquetes de datos viajen entre unas y otras. Esta capacidad de gestionar paquetes de información, provenientes de distintas fuentes que integran una red, posibilita que con uno de estos equipos sea posible conectar diversas computadoras o equipos a Internet en nuestro hogar, con el fin de que todos en casa disfruten del máximo ancho de banda disponible.

De esta manera, los routers se centran en tareas de gestión del tráfico de datos. Por lo regular, el router se conecta directamente al módem y puede transmitir la señal en un amplio rango a uno o más dispositivos, con lo que brinda la posibilidad de tener siempre el mayor ancho de banda posible. Incluso, ahora que los módems tienen la posibilidad de distribuir la señal en dos canales -2.4 y 5.0, por lo regular-, el router permite aprovechar al máximo esos dos conductos.

Lo anterior es muy útil, porque podemos decidir, por ejemplo, que la pantalla de la sala, donde vemos películas en streaming, ocupe un solo canal, casi de forma exclusiva, con el fin de disfrutar al máximo de nuestras películas. También, es el caso con el hijo adolescente que se la pasa jugando en línea, lo que suele ocupar un gran ancho de banda. El otro canal, por ejemplo, podría ser para los teléfonos, tablets y alguna impresora.

Aunado a ello, existe un complemento perfecto para el router, que es el repetidor de señal, otro dispositivo muy útil que se conecta en lugares donde la señal de Internet no es tan buena; este puede ser imprescindible cuando hace falta poder distribuir la señal de una mejor forma en ciertas habitaciones.