Pelayo Covarrubias.

Respecto a la transformación digital del Estado, ¿cuál es su diagnóstico?
Creo que estamos en una etapa expectante y positiva, es decir, soy de los que ven el vaso medio lleno. En primer lugar, veo que el Gobierno tomó este tema en sus manos y eso es muy importante. Además, se nombró a Rafael Ariztía, profesional de vasta experiencia, como Director de Modernización del Estado y se le empoderó en su rol. Luego, con la coordinación del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, los distintos ministerios han ido trabajando con mucha fuerza la figura del Chief Innovation Officer, que sería el encargado de la agenda digital al interior de cada una de las carteras.

Asimismo, ya hemos cuantificado la cantidad aproximada de trámites que tiene el Estado y cuántos de ellos ya están digitalizados (la cifra se encuentra en http://www.indicepaisdigital.cl/indice-gobierno-digital/). Al día de hoy, se han digitalizado prácticamente un 50% de cerca de los 3.500 trámites que maneja el Estado, y al respecto, el Presidente Sebastián Piñera ya tiene la meta formal de que al término de su mandato, esté aproximadamente el 100% digitalizado.

Entonces, tenemos un presidente empoderado, personas encargadas de que esto pase, metas concretas, y están nombradas las distintas personas en las distintas áreas para que esto suceda. Y todo eso hace mirar la evolución en este tema con muy buenos ojos.

¿Qué hitos han marcado esta evolución hacia un Gobierno Digital?
El primer gran hito es que esta temática está en la agenda pública y existe un consenso entre los diferentes think tanks, fundaciones, gremios y, finalmente, en la sociedad civil, que hoy en día el Estado es un freno para la productividad país. Por lo tanto, un estado moderno, más digital, con procesos más automatizados, permitirá movernos a una velocidad mayor.

Segundo, dado que esta temática está en la mesa, el Presidente Piñera también entiende que esto es fundamental, y él está empujando hacia su concreción. Es cosa de ver en su cuenta pública la importancia que se le dio a la modernización del Estado y respecto de que Chile dé pasos concretos en esa dirección.

Luego, ya que entendemos que el tema está en la agenda, se ha nombrado gente muy capacitada, y eso también es muy aplaudible. En otras palabras, no se han quedado en el discurso, sino que se comprendió que es una tarea por realizar y estamos tomando acciones para hacerlo. En cuarto lugar, es importante destacar que no solo es una preocupación a nivel central, sino también a nivel ministerial. Es decir, todo el ecosistema se está moviendo.

Asimismo, por primera vez, veo a Sofofa, la CPC y a sus distintas ramas, involucradas con la transformación digital del país. También las universidades están empezando a entender que esto es una problemática fundamental en el Chile futuro, por lo que están educando en estas materias.

En este sentido, la suma de estos seis hitos, a mi juicio, presenta un cuadro tremendamente auspicioso hacia adelante.

¿Cuáles son las barreras a superar en este proceso de transformación digital?
La primera barrera, la fundamental, es cultural, y ahí tenemos un enorme desafío país. Cuando estamos al frente de una revolución digital, hacerse cargo de la falta de productividad que el país ha presentado durante los últimos diez años, es una barrera en sí misma. Naturalmente, tendremos que ir convenciendo a las personas de que deben adaptarse a estas nuevas tecnologías, que no los van a dejar sin trabajo, y que pueden ser capaces de cambiar su campo laboral.

Eso nos lleva a la otra barrera: la educacional. Si bien la cultural representa más bien el miedo a adaptarse a nuevas circunstancias de la vida, la barrera educacional se refiere a las competencias, a las herramientas que se requieren para subsistir competitivamente en este nuevo escenario. En este sentido, las competencias que estamos trabajando educacionalmente a nivel país deben ir cambiando.

Finalmente, está la barrera estructural: muchas veces nos enfrentamos a instituciones que están acostumbradas a trabajar de cierta manera y cambiar dichos procesos es difícil. Por ejemplo, ahora se habla de la modernización de las notarías. Nadie pone en duda de que estas entidades han cumplido un rol relevante en nuestra sociedad, pero lo importante es definir cómo somos capaces de repensar y rehacer, dada la incorporación de todas las tecnologías, la forma de satisfacer ese rol. En otras palabras, no se está “atacando” el fondo, sino la forma. En otros casos, sí se atacará el fondo, porque hay cambios de modelos de negocios, como lo sucedido con la irrupción de los modelos colaborativos, como Airbnb, Uber, entre otros.

A su juicio, ¿están los proveedores preparados para apoyar la transformación digital del Estado?
Estoy convencido de que los proveedores en Chile son muy buenos y que hay una competencia importantísima en este sector, pero esos mismos proveedores deben ir adaptándose diariamente a los nuevos desafíos que la tecnología involucra. Seguir el ritmo de la actualización tecnológica es muy complejo, por tanto, se debe poder contar con proveedores que puedan ir poniéndose al día con los desafíos, con todas las dificultades que eso trae.