Por Liz Horstmeier, Gerente Educación Ennovate.
Liz Horstmeier.
La formación profesional asociada se vuelve de primera necesidad y de claro impacto para las empresas que demandan profesionales especializados en estas tecnologías. Un buen ejemplo de cómo se puede acceder a este conocimiento es mediante los centros de formación y capacitación, que permiten actualizar estudios, alcanzar certificaciones en especialidades muy cotizadas y mostrar un dominio acreditado de una marca en particular. Eso es diferenciación que aporta valor al capital humano y garantiza, además, el uso eficiente de los recursos de TI.
Sin embargo, este trabajo externalizado de los centros de formación y capacitación para el posicionamiento de las marcas no resulta siempre del todo exitoso. Existen registros probados que mientras algunos llegan a un perfecto nivel académico otros no siguen el mismo camino. Es dato de la causa que actualmente existe mucho mercado informal que entrega conocimiento con relatores no acreditados y que, por lo mismo, no garantizan un proceso de aprendizaje relevante para el alumno. Eso, sin detallar que cuando se participa de programas no certificados, el profesional no accede a una certificación de la marca, tratándose en una cantidad real de veces un requisito indispensable para obtener la certificación o categoría asociada.
Otro aspecto relevante, y que se asocia directamente con el nivel de cesantía y desaceleración económica que experimenta Chile, es tomar nota que el profesional cesante busca capacitarse para obtener mejores oportunidades en futuras experiencias laborales. Sin embargo, no existe información clara y en ese contexto de incertidumbre adquiere más relevancia el costo económico del curso que su valor como fuente de conocimiento experto. Es decir, el profesional no investiga correctamente y puede tomar una mala decisión.
Excelencia y acreditación
Los centros de educación deben estar acreditados por las distintas normas de educación (ISO 9001 - NCH 2728). Eso asegura que están bajo las establecidas en calidad a nivel internacional y en procesos de formación nacional en educación. Asegura también que se cumplan los protocolos mínimos para garantizar excelencia académica, calidad de servicio y un retorno importante de la inversión que las personas y las empresas realizan en la formación de sus recursos especializados.
La correcta capacitación, entonces, debe estar garantizada por un centro oficial y reconocido por la marca. Acto seguido, el proceso debe ser validado con una certificación, para demostrar el conocimiento y dominio real. Solo así se puede dar garantía de que se sabe, asunto que por lo demás el mercado sabrá valorar y reconocer. Hoy, en Chile, de la totalidad de profesionales de TI que busca perfeccionar sus conocimientos, cerca de un 75% lo hace pensando realmente en certificarse y un 60% lo hace en centros no oficiales. Eso debe cambiar.