Muchas veces a lo largo de mi carrera me han preguntado cuál es la clave para convertir una pequeña start up en un gran negocio, manteniendo en una organización de 100 personas o más, ese “espíritu” que reina cuando hay solo un puñado de ellas. También, muchos emprendedores me han preguntado cómo se puede mantener el compromiso inicial de una start up a pesar de los giros, complicaciones y oportunidades, o cómo pueden volverse una oportunidad atractiva para inversionistas. Es entonces cuando habiendo fundado y vendido exitosamente tres start ups, invertido en 14 y sido mentor de más de 100, la respuesta a estas preguntas me parece algo automático. Para mí, casi todo se resume en la “visión”.

En un emprendimiento, la visión es la energía vital que impulsa al fundador, al co-fundador y su equipo a atreverse: atreverse a explorar, atreverse al desafío, atreverse a insistir, atreverse a seguir empujando, atreverse a tener determinación hacia el éxito. La visión es la energía que provee al emprendedor y a su organización la habilidad de desempeñarse hacia el éxito, siendo además la que crea y establece el marco para la generación de la cultura empresarial -o en este caso de la start up o emprendimiento, que, finalmente, es la columna vertebral de toda organización.

Debemos saber que al comenzar nuestro viaje con un emprendimiento nos encontraremos con todo tipo de situaciones que pondrán a prueba nuestra tenacidad, energía, perseverancia y resistencia. Sobre todo considerando que el emprendedor es el motor motivacional que necesita la organización para seguir adelante, debiendo siempre mantenerse inspirador, fuerte y capaz de manejar todo tipo de situaciones.

De hecho, grandes y exitosos emprendedores han logrado su propósito estableciendo una visión clara y fuerte. Casos como Facebook, Google, Virgin, Tesla o incluso el Gobierno de Dubai -donde vivo- cuentan con un emprendedor determinado, que ha sido capaz de formular una visión clara, ambiciosa y que trasciende más allá del fundador o emprendedor, la que han preservado con puntos en común: por un lado, permanecen conectados al extremo con sus empresas y, por otro, han sido capaces de rodearse de gente grandiosa a la que también le han dado la posibilidad de ampliar la visión.

Esto ha permitido a aquellos emprendedores/ empresarios mantener un control sobre el pulso de su empresa, mientras siguen conectados al mercado. Un claro ejemplo es Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Facebook, quien sigue dando personalmente la bienvenida a todos los nuevos empleados, a pesar de que en su compañía ya trabajan cerca de diez mil personas.

Por otro lado, también está el caso de HH Sheikh Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, Vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos y Primer Ministro de Dubai, quien teniendo la visión de impulsar la innovación y el emprendimiento, ha sido capaz de atraer los mejores talentos, nutrirlos con recursos y, finalmente, darles la posibilidad de poner en práctica esta visión en sus propios ámbitos de competencia, catapultando al emirato como uno de los principales polos de la región en estas materias.

Sin embargo, el éxito de una empresa no solo tiene que ver con definir y perseguir una visión, sino que también transformarla en algo tangible y compartirla. Esto último es fundamental, pues cuando la visión se extiende en toda la organización, se traduce en la cultura. En cambio, si eso no ocurre, si la visión no hace eco en el resto, es porque, finalmente, no es visión.

Entonces, la visión es el elemento clave no solo para ayudar a los emprendedores a enfrentar los altibajos del camino, sino que también canaliza su pasión, perseverancia y tenacidad para un objetivo final que debe ser compartido por la organización. La visión, finalmente, es la que permite al emprendedor atraer a otras personas hacia su idea, para construir algo desde cero y resolver problemas difíciles de una forma inusual e innovadora que genere valor. Por eso, la visión es el motor del emprendimiento.