Quise comenzar esta columna de esta manera debido a que los seres humanos intentamos hacer más complejos los procesos y nos enredamos en discursos y tecnologías que si bien aportan al negocio no alteran la esencia, ésta sigue siendo la misma: una relación directa con nuestros clientes. Algunos autores lo llaman marketing uno a uno, otros venta directa, fidelización y así podríamos escribir un libro de terminologías de mercadotecnia, pero una cosa es segura: la única forma de generar una imagen certera es de cara a nuestros clientes. Si el Ministro de Hacienda es capaz de ir a Nueva York a mostrar nuestro país, debemos comenzar en nuestras empresas a emplazar desde gerentes a ejecutivos de venta a salir a terreno. Un buen vendedor es una persona asertiva, ingeniosa, carismática y por sobre todo transparente. Jamás debemos mentir sobre el producto, porque claramente se perderá la confianza y la capacidad de establecer lazos concretos. Esto lo reconoce la política, al tenor de las campañas que estamos viviendo este año. Los presidenciables se dan cuenta que el puerta a puerta es una de las estrategias más valoradas por el electorado, la gente ve más que un índice programático, observa quién es quién y por lo tanto, quién será su líder en los próximos cuatro años. Basado en este contexto, por un lado viendo que nuestros líderes salen al exterior a mostrar nuestro país, que los políticos salen a terreno en época de elecciones, tenemos que tener claro que una venta no se resuelve enviando un mail, realizando una buena página, sino que cara a cara con nuestros clientes. En los años post segunda guerra mundial era muy frecuente ver a extranjeros llegar a nuestro país. Con un acento distinto recorrían el país vendiendo lo que fuera para sobrevivir y encontraban en nuestra idiosincrasia terreno fértil para concretar sus negocios ¿Qué los hacía creíbles? ¿Por qué comprábamos? Simplemente porque no conocían el miedo a enfrentarse cara a cara con sus clientes y tenían una alta tolerancia al fracaso que los hacía, más que ofuscarse, crecer. Hoy no hemos cambiado mucho en cuanto a la aceptación de esos acentos diferentes, pero sin duda hemos ido quitando esas aprensiones. En este sentido lo que se está demostrando es que hay que bajar el incentivo a los Power Point y volver a la relación persona a persona. Con esto toda la industria de las ventas debe procurar capacitar a sus vendedores como agente todo terreno que tengan la impronta de ir a cualquier lugar del mundo y ofrecer cara a cara productos de calidad que satisfagan a sus clientes y, por qué no, un país completo. |