Este desafío es en verdad apasionante si consideramos que la tecnología y el conocimiento se pueden comprar, pero la cooperación no tiene precio. Frente a un mercado en constante cambio, el reto está en gobernar el caos, por medio de la innovación competitiva, la que se sustenta en tres elementos básicos: tecnología, conocimiento y cooperación. La tecnología aparece como uno de los factores claves del desarrollo económico, porque es un impulsor natural de la innovación. En especial, son las Tecnologías de Información y Comunicaciones las que han jugado, y lo van a seguir haciendo, un papel transformador de la sociedad. La importancia del conocimiento El conocimiento es otro de los elementos tractores y se nutre de tres componentes básicos: la información -que es más que los datos-, la formación y la comunicación. Por último, la cooperación constituye el otro motor de la innovación competitiva. Está en la base de toda evolución porque no existe sistema cerrado que pueda evolucionar y no degenerar. Nace desde lo más íntimo de la naturaleza humana y se proyecta a todo tipo de relaciones sociales y económicas. No existe evolución sin aceptar la existencia del otro, sin reconocer la riqueza de la diversidad y la necesidad de trabajar con los demás para progresar. Nos enfrentamos, así, ante el desafío de la innovación competitiva, donde debemos movilizar a los mejores en nuestra organización y en la de nuestros clientes, y sobre todo, necesitamos remar, remar en cooperación, porque el desafío de la innovación competitiva se gana centímetro a centímetro, juntando los centímetros de cada uno, los nuestros y los de nuestros clientes, en una tarea común focalizada en el logro de los objetivos como el eje de la relación de negocios. Innovación, un elemento estratégico De esta forma la innovación competitiva pasa a ser un elemento estratégico dentro de la venta consultiva, donde la acción de innovar para encontrar nuevas respuestas se realice en un ambiente dinámico de cooperación con nuestros clientes, la que deberá desarrollarse día a día y proyectada en el mediano y largo plazo. La integración efectiva que nos permita constituirnos más que en proveedores en socios estratégicos del negocio de nuestros clientes; no deben ser buenas intenciones y menos aún frases que reflejan buenas intenciones. Hoy representa un desafío al desarrollo de habilidades y competencias que nos permitan establecer, proponer y desarrollar verdaderos programas de cooperación que articulen la innovación competitiva como un proceso continuo con nuestros clientes. |